Violencia en el tren y buenas maneras
Hay días que vas en el metro o en el tren y la persona que tienes sentada a tu lado lleva la música a todo trapo en el Ipod. Hasta el punto de que puedes adivinar qué canción está escuchando. Y habrá días en que te siente bien, te siente mal o no te importe nada.
En los transportes públicos de Londres está prohibido, por ejemplo, escuchar la música en el teléfono móvil sin auriculares. Pero de ordenadores no se dice nada al respecto. Lo que sí queda claro es que la violencia en el tren está prohibida. Por mucho que tu compañero de viaje se ponga a ver el último episodio de Lost y se vaya enterando todo el vagón.
Ahora que lo pienso, quizá este tal Dave no lo había visto y por eso se cabreó hasta el punto de pensar todas esas «unmentionable things» que le haría al portátil del agredido mentalmente. Pero Dave podría ser perfectamente uno de los miles que se van comiendo una ración inmensa de pollo frito en el tren después del trabajo, sin contar con que el olor está asqueando al resto del vagón. Y presumiblemente mientras él pensaba en hacer añicos el ordenador de su acompañante, otra persona estaba pensando en coger los huesos del pollo y hacer «unmentionable things» con ellos.
Amor en las escaleras
Morena con chaqueta color crema busca a príncipe azul en las escaleras mecánicas del metro. Él bajaba, ella subía. Compartieron más que una sonrisa.
Es curioso, pero no estamos en primavera y la gente ya tiene las hormonas revolucionadas ¿Qué más aparte de una sonrisa se puede compartir en la estación de Oxford Circus a las 11.45 horas de la mañana? Esas cosas se notan, diréis.
Lo que notó ella es que una persona le sonreía, algo muy extraño en el metro de Londres. Quizá por eso se quedó prendada y ahora está como loca buscándolo. Puede que él se riera de las «unmentionable things» que estaba pensando hacer con la escalera mecánica y en esas se cruzaron las miradas.
No obstante, estos mensajes son graciosos. Una costumbre que se ha perdido con el entierro del London Paper, que dedicaba toda una sección del periódico a personas que, como ellos, se sonreían por toda la red de transportes de Londres.
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Ambos mensajes fueron publicados en la edición de ayer, 2 de marzo de 2010, en el Evening Standard.