Sin auxilio

Una discusión en el metro. Un escupitajo. Un forcejeo. Y un puñetazo.

Una chica rumana, de 32 años, enfermera profesional, está en coma en el hospital Policlínico y ha tenido que ser operada de varias fracturas en el cráneo por el golpe que le ha asestado un joven italiano de 20 años. En pleno metro, tirada en el suelo, ha pasado cerca de minuto y medio hasta que alguien se ha acercado a socorrerla. No se sabe si por miedo, o porque es rumana. Su vida corre peligro y por muchas excusas que él pida, ya nada volverá a ser igual para ella. Ni siquiera si sobrevive.

Reflexiones romanas

I. Los tifossi muertos tienen sus altares urbanos en forma de carteles conmemorativos y pintadas en las paredes con sus correspondientes símbolos fascistas. Quizá si esos tifossi no se hubieran sentido identificados con esos símbolos, hoy no tendrían altares. Estarían vivos.

II. El metro de Roma cumple cuatro reglas universales.

a) A las ocho de la mañana siempre hay alguien al que le ha abandonado el desodorante

b) La gente que va de pie lee el periódico sin darse cuenta de que está ocupando tres sitios más.

c) Leer el periódico sentado implica que las dos personas que llevas al lado lean el periódico contigo.

d) El culo de las compañeras de viaje es un motivo de distracción recurrente para todos los hombres del mundo.

III. Si los políticos italianos dejaran de gritarse y comenzaran a hablar, quizá algo podría cambiar en este país. Bueno, solo si el genio de la lámpara maravillosa hiciera desaparecer a Berlusconi.

Mensajes cortos

Violencia en el tren y buenas maneras

Hay días que vas en el metro o en el tren y la persona que tienes sentada a tu lado lleva la música a todo trapo en el Ipod. Hasta el punto de que puedes adivinar qué canción está escuchando. Y habrá días en que te siente bien, te siente mal o no te importe nada.

En los transportes públicos de Londres está prohibido, por ejemplo, escuchar la música en el teléfono móvil sin auriculares. Pero de ordenadores no se dice nada al respecto. Lo que sí queda claro es que la violencia en el tren está prohibida. Por mucho que tu compañero de viaje se ponga a ver el último episodio de Lost  y se vaya enterando todo el vagón.

Ahora que lo pienso, quizá este tal Dave no lo había visto y por eso se cabreó hasta el punto de pensar todas esas «unmentionable things» que le haría al portátil del agredido mentalmente. Pero Dave podría ser perfectamente uno de los miles que se van comiendo una ración inmensa de pollo frito en el tren después del trabajo, sin  contar con que el olor está asqueando al resto del vagón. Y presumiblemente mientras él pensaba en hacer añicos el ordenador de su acompañante, otra persona estaba pensando en coger los huesos del pollo y hacer «unmentionable things» con ellos.

Amor en las escaleras

Morena con chaqueta color crema busca a príncipe azul en las escaleras mecánicas del metro. Él bajaba, ella subía. Compartieron más que una sonrisa.

Es curioso, pero no estamos en primavera y la gente ya tiene las hormonas revolucionadas ¿Qué más aparte de una sonrisa se puede compartir en la estación de Oxford Circus a las 11.45 horas de la  mañana? Esas cosas se notan, diréis.

Lo que notó ella es que una persona le sonreía, algo muy extraño en el metro de Londres. Quizá por eso se quedó prendada y ahora está como loca buscándolo. Puede que él se riera de las «unmentionable things» que estaba pensando hacer con la escalera mecánica y en esas se cruzaron las miradas.

No obstante, estos mensajes son graciosos. Una costumbre que se ha perdido con el entierro del London Paper, que dedicaba toda una sección del periódico a  personas que, como ellos, se sonreían por toda la red de transportes de Londres.

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Ambos mensajes fueron publicados en la edición de ayer, 2 de marzo de 2010, en el Evening Standard.